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sin comentarios

viernes, 24 de diciembre de 2010

2 Corintios 9:15

Finalmente, la celebración del mundo en torno al nacimiento de Jesucristo.

Isaías 9:6 dice "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz."

Que podamos tenerle presente durante la celebración de estas fechas, al menos en nuestro corazón.

"El Mesías" (en inglés "Messiah", en alemán "Der Messias", en francés "Le Messie") es la obra más conocida de Georg Friedrich Händel, aunque no debe ser considerada como característica, ya que ocupa un lugar único dentro de la extraordinaria colección de oratorios handelianos. Mientras en los demás oratorios de Händel puede reconocerse una marcada influencia italiana, la música del Mesías se arraiga en las antiguas pasiones y cantatas alemanas.
La obra se compuso en Londres, en 1741, con una extraordinaria rapidez (tres semanas). La costumbre vincula esta obra a la Navidad, pero no hay que olvidar que este oratorio no sólo trata del nacimiento de Jesús, sino de toda su vida. Unos meses después de ser compuesta, la obra se estrenó en Irlanda, durante un viaje de Händel, pero el gran estreno no llegó hasta 1742, en el New Music Hall de Dublín para un concierto benéfico.
Fue el libretista Charles Jennens quien compuso el texto de la oratoria, formado tan solo por fragmentos bíblicos. Jennens presentó la obra como si fuese una ópera, dividiéndola en tres actos subdivididos en escenas.
La primera parte tiene por tema el Adviento y la Navidad. Se anuncia la venida de Cristo, por lo que nos encontramos con algunos momentos de exaltación marcados de una gran intensidad expresiva.
La segunda parte ilustra la Pasión, la Resurrección y la Ascensión finalizando con el famoso "Hallelujah". Así pues, la segunda parte, que había empezado en el dolor y la tristeza de la Pasión, se llena de júbilo con el "Hallelujah" arropado por el coro, trompetas y timbales. En la tercera, se relata la victoria de Cristo ante la muerte, el juicio final y la palabra "Amen", que corona la obra.
Exceptuando la "Sinfonía" inicial, a modo de obertura o introducción, y la "Pifa", que celebra el nacimiento de Cristo, ambas para orquesta, la obra es una sucesión de arias con algún arioso y algún duetto, recitativos y coros.
Se puede decir que la oratoria de Händel aun siendo sencilla, destaca por su monumentalidad en cuanto a duración y proporciones sonoras.

A continuación, la muy conmovedora leyenda del orígen de esta obra maestra:

viernes, 19 de noviembre de 2010

Bathofobia o Eisoptrofobia?

Hay canciones que te gustan por diferentes razones: el ritmo, la armonía, la letra, la instrumentación, yo qué sé. Lo malo es que pueden pasar los años y no te percatas de que una misma canción puede tener otros aspectos aún más atractivos por los que pudiera gustarte todavía más. Eso mismo me pasó hoy con "Flagpole Sitta" de "Harvey Danger". Creo que la escuché en la prepa por primera vez y desde entonces la escucho bajo "ciertos estados de ánimo".

Por alguna razón hoy puse atención a la letra y me cimbró:

"I had visions, I was in them,
I was looking into the mirror
To see a little bit clearer
The rottenness and evil in me..."

En automático vino a mi mente aquella cita de Nietzsche:
"He who fights with monsters might take care lest, he thereby become a monster. And if you gaze for long into an abyss, the abyss gazes also into you."
"Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en uno. Si miras mucho tiempo dentro de un abismo, el abismo también mira dentro de ti."

Irremediablemente, casi sin darme cuenta, me invadió esa sórdida sensación de vértigo y terror que he experimentado cuando he tenido la ocasión de mirar el fondo del mar, de frente, con tan solo un visor de por medio... Esa misma sensación de miedo que he experimentado al toparme fortuitamente con mi propia mirada en el retrovisor del carro, o al tropezar involuntariamente con mi propia mirada en algún reflejo...

Pa´qué desniegarr los cortos circuitos que uno se carga en la cabeza, o igual ya empiezo a entrar en edades en que el agua ya no sube bien del todo al tinaco... Quizás es el pánico que tengo a toparme de nuevo con ese demonio cobarde que llevo dentro que, gusta de juntar la manos y cruzar los brazos, y sentirse más cómodo — ese demonio cobarde que grita dentro de mí: ¡DIOS EXISTE!

"Paranoia, paranoia
Everybody's comin' to get me
Just say you never met me
I'm runnin' underground with the moles
Diggin' in holes
Hear the voices in my head
I swear to God it sounds
like they're snoring
But if you're bored then you're boring
The agony and the irony,
they're killing me, whoa!"

Lip Dub - Flagpole Sitta by Harvey Danger from vimeo widget on Vimeo.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Q4

Cualquier semejanza con la realidad, es mera coincidencia...



El momento sublime del video: "fuimos a los tacos y fué mucho mas BARATO! Si pero ustedes comieron filete! Pos tacos... filete... al final es VACA!

Mea culpa...

Sin comentarios:

domingo, 31 de octubre de 2010

MOMENTOS...

“Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años...
y sé que me estoy muriendo”.
-Jorge Luis Borges (1899-1986)



"LA VIDA es eso que ocurre mientras hacemos planes".

sábado, 23 de octubre de 2010

"YO NO FUI..."

Estuve hace no mucho, atascado en un control de seguridad del aeropuerto. Todo el mundo en la fila muy irritado por la lentitud con que se estaba pasando nuestro equipaje por los rayos X y el olfateo de los perros. La gente se estaba poniendo cada vez más nerviosa y empezaba a echar la culpa al personal de seguridad de nuestro retraso. Pero los agentes de la PFP que se encontraban de servicio estaban solamente intentando hacer su trabajo y, en última instancia, no íbamos a solucionar nada culpándoles de las molestias propias de los viajes hoy en día, y menos de los que vienen de Sudamérica. Me di cuenta de que sería igualmente fácil echarle la culpa a los terroristas, quienes a su vez se la echan al imperialismo occidental; y así sigue rodando la bola.
Parece que el mundo se está convirtiendo en un lugar demasiado pequeño como para que todos andemos con el arma desenvainada “de echar la culpa”. A dónde puede ir a parar todo esto? Cuando estamos desilusionados o frustrados, cuando estamos sufriendo o no tenemos un buen día, tendemos a buscar “algo” a qué echarle la culpa. “Si sólo _____ cambiara, no tendría este problema” se convierte en nuestro estandarte.
Echar la culpa es un asunto delicado, creo yo. Cuando tratamos de encontrar un culpable fuera de nosotros mismos, estamos fracasando en el trabajo con nuestra propia mente. En vez de mirar hacia dentro, o de tener una perspectiva mayor y ver la transparencia de toda la situación, nos indignamos, o al menos eso me pasa a mí. “Si el taxista que iba delante de mí hubiera ido más rápido, no habría llegado tarde al trabajo”. “Si otro hubiese limpiado la cocina, estaría viendo mi programa favorito de televisión en vez de tener que estar lavando estos trastes”. Incluso si encontramos a alguien a quien podemos culpar de nuestro dolor razonadamente, comportarnos en la vida de este modo no proporciona un alivio auténtico. Echar la culpa no hace más que sentar las bases para un mayor descontento e irritación.
Desde el punto de vista objetivo, mientras estemos buscando a quien culpar, nuestra mente es incapaz de calmarse. Cuando nos situamos en un marco mental en el que estamos constantemente intentando encontrar alguien o algo en el mundo a quien proyectar nuestro enfado, haciéndole responsable de él, abandonamos la posibilidad de camaradería. Echar la culpa es una forma de agresión pasiva, fría y a fuerza de ser sinceros: COBARDE. Buscar un objeto externo al que podamos imputar nuestra negatividad e irritación obstaculiza nuestra capacidad de tener paz. El camino de la introspección nos alienta a ser más grandes y más maduros, a ser más abiertos. Sugiere que nos hagamos responsables de nuestro comportamiento. Esto significa que un día tendremos simplemente que dejar de culpar a los demás.
En el camino de la introspección, reconocemos la actividad de nuestra mente de un modo muy pragmático, lo que proporciona una oportunidad de observar la actividad de la culpa. En lugar de desbordar “mala vibra”, podemos ver que el origen real de nuestro descontento es que no estamos dispuestos a trabajar con nuestra mente. Mientras sigamos buscando un lugar al que atribuir nuestro descontento y agresión, estamos ignorando la posibilidad de desenraizarlos por medio de la sabiduría. Podríamos estar usando la mente para comprender que la agresión misma es vacía, condicionada y necia. Esto lo vemos cuando tenemos la suficiente capacidad de darnos cuenta de lo que nos pasa, y entonces dejamos de ser tan propensos al hábito de echar la culpa. Lo cual no significa que nos hagamos masoquistas y nos culpabilicemos, sino que nos damos cuenta de que el dolor y el sufrimiento —sea como sea nuestro día— son una realidad muy básica. Podemos ver que lo estamos pasando mal, que estamos sufriendo, y eso abre nuestro corazón y nuestra mente a la realidad de que, sin importar a quien encontremos para echar la culpa, ese individuo sufre también.
El Buda esbozó cuatro verdades básicas. La primera verdad es la del sufrimiento. Podemos tener la impresión de que hay personas que sufren y otras no. Pero al decir “verdad” nos referimos a que es relevante para todos, no a que sea “verdad para algunos y no para otros” o “verdad unos días sí y otros días no.” Vivimos en un mundo donde el sufrimiento es la constante. No deberíamos sorprendernos si descubrimos el dolor en nuestra vida; no deberíamos tomarlo como una ofensa personal. Todo el mundo tiene días malos, todo el mundo tiene dificultades, y culpar a otra persona no va a cambiar esa verdad. Echar la culpa es una manera de evitar esa verdad. No hemos fracasado como seres humanos si sufrimos. De hecho, el sufrimiento sienta las bases para comprendernos a nosotros mismos y para comprender a los demás.
Echar la culpa es un obstáculo en el camino hacia la apertura mental y la comprensión. Si culpamos a los demás cuando el mundo no gira a nuestro gusto, estamos estrechando los parámetros en los que ha de encajar nuestro egoísta mundo personal. No vemos otra salida para resolver nuestro problema; ninguna otra cosa servirá. Echar la culpa nos ancla al pasado y nos empequeñece. Nuestras posibilidades se limitan a una pequeña situación. ¿Dónde nos va a llevar ese camino de la culpa?
En esta época en que es tan fácil culpabilizar a otros países, a otras culturas, a otros compañeros de trabajo, a miembros de nuestra familia, o a otras maneras de pensar, echar la culpa solo agravará cualquier situación. Incluso cuando experimentamos un suceso sumamente doloroso y nos creemos totalmente justificados para señalar con el dedo una persona o un grupo concreto, estamos eligiendo empequeñecernos.
Este proceso requiere disciplina y conduce a la alegría. Cuando vemos nuestra tendencia a echar la culpa y decidimos no hacerlo, el mundo se abre y entonces tenemos mucho más espacio en nuestra mente para maniobrar. Mientras que antes estábamos bajando por una carretera de un solo carril, ahora nos encontramos en una gran pradera. Sin las restricciones de la culpa, somos capaces de sentir nuestra inteligencia natural, nuestra compasión innata. Tenemos acceso a una fuente profunda de comprensión que puede incluso avivar nuestro sentido del humor. Comenzamos a apreciar las idiosincrasias de la vida. Tenemos más imaginación y nos volvemos más capaces de descubrir cómo avanzar con creatividad.
Se requiere confianza y valentía para no seguir el camino de la culpa. Vamos contra la corriente. Como estamos actuando desde un profundo sentido del darse cuenta de nosotros mismos, no somos tan predecibles. Los demás pueden pensar que somos estúpidos o que estamos locos; puede incluso que sorprendamos a la persona que espera que le echemos la culpa. Pero no somos estúpidos, de hecho, somos un poco más sabios. Esta mezcla de sabiduría y valentía nos capacita para estar más en paz con nosotros mismos. Hemos hollado el camino de la compasión y la virtud. Nuestros ojos y oídos, nuestra mente y corazón, tienen más capacidad para comprender. Al tomar el camino de no echar la culpa, tomamos rumbo hacia la alegría y la paz mental.

P.D.
Bienvenida Nikita!
De Según el sapo, la pedrada.

sábado, 9 de octubre de 2010

Cuando y porqué dejamos de ser niños?

De Según el sapo, la pedrada.
Llegó el último trimestre del año y con el las prisas, la angustia, el estrés y la tensión. Justo antes de tomar una bocanada de oxígeno y sumergirme a bucear en esta caótica vorágine de cierre de año quiero hacer un ejercicio, algo así como "afilar el hacha" según Covey. Hacer un alto y tomarme el tiempo para REALMENTE VER. Tomarme el tiempo para ver que está sucediendo en este momento a mi alrededor, en este preciso instante, exactamente donde estoy ahora. Francamente me aterra la idea de que estar perdiéndome algo maravilloso justo frente a mis narices. Bingo!: 2 pedazos de mí andando con voluntad propia por mi casa. 2 niños!
Eso he intentado hacer en estos días... aunque, a fuerza de ser sincero, no lo hice por cuenta propia. El veinte me cayó escuchando una de las canciones infantiles de un disco que yo mismo compré para ellos hace ya algunos años. La letra puede ser simplonamente ingénua o reflexivamente profunda. “Todos fuimos niños”. Algunos nunca hemos dejado de serlo, no me da pena decirlo. De hecho me enorgullezco de ese gigantesco rasgo infantil de mi personalidad. Y que? Así somos 3 en casa aunque en realidad solo 2 hoy son niños en realidad. Intentando identificar la causa de mi espontánea envidia hacia mis hijos, cruzan por mi mente varios argumentos que la justifican: vivir sin preocupaciones, jugar en plenitud, disfrutar sin ansiedades... pues sí, pero no, aún algo sigue sin convencerme del todo. Qué es lo que más extrañamos de ser niños?
Escarbando más y más, empiezo a encontrar las verdaderas causas de mi envidia/capricho de ser niño. Cuando y porqué dejamos de ser niños?

En qué momento dejamos de jugar, de reír con chistes limpios? En qué momento dejamos de alegrarnos por los regalos más simples? Peor aún: en qué momento dejamos de perdonar a los demás como en aquellos ayeres?

Me doy cuenta que soy víctima de algo que yo mismo, esmeradamente, provoqué: con el paso del tiempo, con el devenir de experiencias sucedió que poco a poco, gradualmente fui generando una especie de máscara, un recubrimiento sobre otro para protegerme: una máscara de dignidad que a su vez cubre la máscara de los títulos, encima otra máscara de diplomas que también cubre la máscara del estatus junto con la de necesidad de ser visto de determinadas maneras. Descubro que debajo de todo eso, está el "YO" verdadero, el auténtico, esencial, en su estado MAS PURO. Yo le llamo ALMA. Esa parte de cada persona donde las emociones son todavía virgenes. Donde aún existe la maravillosa capacidad de asombro. Cuya dignidad y emociones permanecen sin haber sido pisoteadas, mancilladas y cuestionadas. Ese "niño" que no ha tenido que sufrir un sueño incumplido. No conoce el amor despreciado, o el dolor de la traición ni el fracaso.

Y entonces me doy cuenta de que si esa parte tuya y esa parte mía entraran en contacto podrían reconocerse casi instantáneamente para convivir como niños. Definitivamente esto es lo que extraño de ser niño. Esos momentos tan sanos de llegar a un parque y sin más, integrarme a un juego de pelota o de "las tráis", con otros niños sin la ridícula necesidad protocolaria de pedir permiso, y corretear y reír demencialmente hasta perder el aliento. El no tener que preocuparme por “eso” que pudieran estar pensando de mí mientras convivo. Porque si recuerdas, cuando éramos niños era muy raro cuando llegabas a sentir envidia, o miedo, o pena... al menos esa fue mi experiencia.

Veo que es impostergablemente necesario cambiar la manera en que vemos a los demás. Es necesario empezar a observar detenidamente e intentar escuchar esas cosas que a los demás les fascinaría poder decir, que en verdad necesitan decir pero que no pueden porque no se atreven.
Estoy seguro de que a nadie nos gusta tener que estar ocultándonos detrás de esas máscaras. A todos nos encantaría ser genuinos y espontáneos y ser realmente uno mismo, SIEMPRE. “Por favor no me ignores!” es un ruego desesperado que no escuchamos por estar demasiado concentrados en lo que los ojos ven. Obviamente, no quiero ser el primero en despojarse de la máscara (como decía el poeta y filósofo Rigo Tovar) y nadie quiere hacerlo pero en el momento en que lo hagamos, te reconocerás en mí y yo en ti.

Einstein, Hitler, Ghandi, Osama Bin Laden, Pelé, Marlon Brando, Saddam Hussein, George Bush, El Peje, El Chapo Guzmán, García Márquez y demás, alguna vez fueron bebés. En qué momento dejaron de ser niños? Llego a la triste conclusión de que todas esas máscaras que construimos con tanto esmero a lo largo de nuestra vida nos mantienen alejados y reprimen a “nuestro niño” e impiden ese contacto real.

Esa conexión es la situación misteriosa en que dos almas se reconocen mutuamente, por ejemplo, al enamorarse, al hacer un nuevo amigo, al mirar un bebé a los ojos.
¿Por qué sonreímos cuando vemos un bebé?
Porque vemos a una persona en miniatura, sin todas esas máscaras defensivas, alguien cuya sonrisa nos resulta pura, natural, verdadera y legítima y entonces, nuestro “YO PURO”, el “YO NIÑO” que tanto protegemos dentro sonríe ávido de reconocimiento.

Quizá es por eso que me encanta verme reflejado en mis 2 niños... y los envidio!



"Mi corazón no se cansa de tener la esperanza de un dia ser todo lo que quiere/ mi corazón de niño no es solo el recuerdo de un vulto feliz de mujer/ que paso por mis sueños sin decir adiós e hizo de mis ojos, un llorar más, sin fin/ mi corazón vagabundo quiere guardar el mundo en mi" - "Corazón Vagabundo", Caetano Veloso.

miércoles, 6 de octubre de 2010

"Edificante"

edificante.
1. adj. Que edifica (‖ infunde sentimientos de piedad y virtud).

Me gusta la definición y creo que el adjetivo ajusta perfecto a los siguientes videos que les voy a compartir. A fuerza de ser sinceros estoy "posteando" esta vez mas por ganas que por inspiración. Aún así, creo que las 3 canciones valen la pena. OJO: la letra es lo que vale la pena:

Se acuerdan del "Rico-Suave"?

...este nos llega más a los que venimos de abajo, indudablemente?

Don Diego Torres y sus rolas compuestas con el corazón y nada más:

...así, sin mas pretensiones que conmover.

Y por último, Presuntos Implicados con "Gente":

..."hay ángeles entre nosotros".

domingo, 19 de septiembre de 2010

21 años

De Según el sapo, la pedrada.
Hace 21 años, justo un día como hoy, pero en Martes. Me desperté como cada mañana, desayunando de prisa cuidando de no ensuciar el uniforme, en la vorágine de subir y bajar las escaleras, del baño a mi cuarto y viceversa. Estaba yo en la secundaria, tenía unos 14. El camión llegaría en cualquier momento, y mi hermano ya estaba listo, esperando a la puerta. De momento Él se levantó de la cama, recién había vuelto a hacerlo después de pasar varias semanas en el hospital; terapia intensiva. Los Doctores no se explicaban como había logrado salir OTRA VEZ considerando su precario estado. Su cuerpo tísico, casi esquelético, pálido, debilitado por la enfermedad. Sin quererlo, una mirada tierna y compasiva se escapó de su rostro demacrado, con rictus atribulado de tener que ser testigo de como el reloj de arena de sus días veía precipitar los últimos granos, y nosotros, sus hijos, tan llenos de vida y con tantas cosas por vivir, sin él. Menudo tormento, seguramente.
Me preguntó que si ya me iba; yo apurado, casi sin ponerle atención, como por reflejo balbuceé que SI, sin mirarlo. Añorante me mostró una revistilla, "Selecciones Reader´s Digest". Movido por la culpa de mi descortesía le pregunté qué leía. "Soy el nuevo corazón de Juan". El relato de un jovencito víctima de una severa cardiopatía que narraba en detalle cómo había logrado sobrevivir gracias a un transplante de corazón, novedosos en aquella época. Él tuvo la oportunidad de ser el primero en México. El Dr. Idolino Cabrera, cardiólogo, le había ofrecido la oportunidad de "probar" con el transplante. "Puede usted vivir 5 años mas en sus circunstancias actuales, o con el transplante tal vez alcance a vivir hasta 10, pero no es seguro". Obviamente rechazó la nada esperanzadora oferta.

Mas tarde ese mismo día, el Director del colegio me llamaba a su oficina para avisarnos a mí y a mi hermano del deceso. Es uno de esos momentos infinitamente sórdidos, secos, enervantemente desmoralizadores. No se lo deseo a nadie, ni al peor de mis enemigos. Es una sensación amarga, como si Dios se hubiera olvidado de nosotros por alguna inexplicable distracción de su parte; como si 2 niños de 14 y 11 no valieran la pena otro milagro más. No sé, tal vez ya habíamos recibido suficientes milagros durante los 3 años anteriores.

Los siguientes días para mí, transcurrieron en un estado que iba de lo insensibilizado, a lo inconmovible. Ahora que lo recuerdo, estaba yo sumido en un estado de inconsciencia, como ajeno y desentendido de lo que ocurría. Era demasiada compasión mezclada con lástima la que recibíamos de parte de tíos, primos, familiares y amigos. Mi mamá con semblante duro, impasible. Arturo devastado, inconsolable. (Pausa de 5 mins: nudo en la garganta)

Se fueron los días, semanas, meses y años. Los 3 acordamos sin decirlo, olvidar aquello, continuar sin autocompadecimientos ni lamentaciones. Mi mamá se hundió irremediablemente en una profunda depresión que, casi de milagro, no terminó en consecuencias fatales. A nosotros 2 se nos fué en desahogarnos con miles de pleitos y agresiones mutuas, que desgastaron para siempre nuestra relación filial. Creo que ahora comprendo: estábamos ROTOS. Deseábamos pensars que con Su muerte, había terminado ese mal sueño convertido en pesadilla. Nada más alejado de la realidad.

Porque a nosotros? Porqué TU? Porque en ese momento? Porque así? Tantas preguntas sin respuesta.

Si, hoy se cumplen 21 años. Don Francisco Faustino Gómez Vega, Ingeniero Electromecánico, empleado de Ford Motor Co. en el Depto. de "Ingeniería del producto", ex-campeón nacional de lucha greco-romana, aguerrido jugador de ajedrez, tan insurrecto esposo como rigorista padre, tuvo la muy egoísta e insensata ocurrencia de largarse, así nomás. Hoy, seguramente no somos mas de 3 o 4 personas las que lo recordamos, en este su vigésimoprimer aniversario luctuoso. Trabajador como pocos, responsable, sociable, bailador, angloparlante frustrado y acérrimo fanático de los Acereros de Pittsburgh.

Como olvidar aquellos viernes a eso de las 7pm rumbo a la casa de mi abuela, su madre, escuchando las cápsulas "Vibraciones musicales" y "Gracias por el recuerdo" en Radio 620 y mientras nos deteníamos a comprar papitas o bolitas de masa azucaradas sobre Av. Cuitláhuac para no caer con las manos vacías. Quien puede olvidar sus legendarios eskimos de vainilla de los que casi se sentía tan orgulloso como de tus juerguistas "cubitas" . Imposible imaginarlo sin su inseparable camioneta, comparsa en tantos viajes y travesías por el interior de la república. Como borrar la estremecedora cicatriz que nos dejó a todos en la memoria aquel revolcón que el mar de Acapulco le puso en como despedida: su rostro desencajado, tan aturdido como avergonzado, suplicando ayuda pero sin atreverse a pedirla. Todos conteniendo las lágrimas al ver al que había sido un hombre corpulento, vigoroso y recio convertido en un ancianito decadente, achacoso a sus 45 años.

Quiero pensar que hoy, por ser este día y en su cumpleaños, le permitirán echar un vistazo a mi casa, para poder contemplar a sus nietos brincando incansablemente en trampolín, cantando canciones y dibujando soles con sus manitas tan parecidas a las de El y así poder disfrutarlos al menos a través del cristal que nos separa. Quiero pensar que le darán permiso de observar a mi hermano con los preparativos que tienen su corazón tan anhelosamente ilusionado, y así el se alegre también. Quiero pensar que le permitirán acercarse lo suficiente para besar en la mejilla a mi madre, aunque sea a través de esa misma fría vitrina. Quiero pensar que no está triste "allá", a pesar de que hace 20 años que no nos vemos como quisiéramos, solo en sueños.

"Papi": sábete que estamos bien, que en la medida de lo posible, hemos hecho aquello que tu nos enseñaste y que con tanta angustia nos pediste en tus últimos meses. Somos hombres de provecho y de alguna manera intentamos emularte. En algunos aspectos hemos logrado superarte, en otros tantos creo que nunca lo haremos, pero puedo decir hoy, a mis 35 años, que bien puedes sentirte orgulloso de nosotros 3. No tuve oportunidad de confesártelo pero quiero que sepas algo que seguramente te desagrade escuchar: esos últimos meses fueron de los peores de mi vida: asquerosamente horrible, tener que hablar contigo sobre tus esperanzas de vida, o sobre la evolución de tu enfermedad, como el que hablaba de fútbol o de mujeres. Horrible, fingir que me tomaba el asunto con la misma naturalidad que tu demostrabas. Horrible, simular que tu estado no me afectaba para no hacerte sentir mal. Y es que yo nunca tuve tu fortaleza, lo sabes bien. En cualquier caso, lo hice lo mejor que un muchacho de 14 jamás pudo hacerlo. Sábete que te extrañamos demasiado y que si nunca hemos visitado tu tumba es porque los 3 preferimos recordarte vívidamente en la memoria y no como un trozo de piedra grabada.
Trato de vivir de tal manera que Dios me conceda, en el momento indicado, presentarte personalmente a mi familia: mi esposa y tus 2 nietos. Gracias por todo. Por servirme de ejemplo para tantas cosas. Por todo lo que te ocupaste y preocupaste por mi. Por todo lo que diste, por todas las veces que me empujaste y sigues empujando hacia adelante, y por todo lo que me enseñaste… aunque tu ultima lección no sea fácil de asimilar: que la vida es, ALGUNAS VECES, un repulsivo mojón fecal que uno tiene que tragarse como buenamente pueda.

Me queda el consuelo de haber visto destellos de eternidad cuando te levantabas todos los días dispuesto a vivir como si te aguardaran mil años de existencia. Porque la inmortalidad eras tu cuando estabas vivo.

Tu luz brillara en la retina de todos los que te conocieron.

Un fuerte abrazo dondequiera que estés, "Sanpontis".

Cierro la entrada con una canción que, solo los que te conocimos de cerca, sabrán lo cerca que hace sentir de tí(y cuya letra, irónicamente, me consuela en este momento): "Chapotea".

viernes, 17 de septiembre de 2010

México, "patrimonio de la humanidad": ¿Aún creo en tí?

Voy a ser políticamente incorrecto en estas fechas. Pero, en medio de la celebración, hace falta una dosis de realidad. Hoy, pareciera haber obligación de enorgullecernos de nuestra nacionalidad. El gobierno y muchas empresas han lanzado intensas campañas en las que nos dicen que hay que festejar intensamente nuestro cumpleaños 200. Y, además, el gobierno federal y los de diversas entidades han echado la casa por la ventana para la celebración. En medio de toda esta euforia, ha faltado al menos una pizca de reflexión para entender por qué tenemos este país en el que la violencia y el crimen se han enseñoreado de muchas regiones o en el que tenemos una educación primaria cuya calidad ocupa el lugar 120 en una lista de 139 países, pero que va a hacer un “megapuente” para festejar. No podemos sentirnos orgullosos de tener a algunos de los cárteles de la droga más poderosos del mundo ni de tener sindicatos como el magisterial o el petrolero; tampoco de tener servicios caros o gobiernos estatales que gastan a manos llenas sin rendir cuentas. No podemos celebrar la bancarrota de empresas como Mexicana de Aviación o la caída de seis lugares más en el ranking de competitividad.
Claro que hay muchas cosas en el país de las que sí podemos sentirnos genuinamente orgullosos. Ellas han estado presentes masivamente en las campañas publicitarias, públicas y privadas.
Creo que es necesario, ni modo, hacerle un poco al aguafiestas y decir que hay muchas cosas de México que nos deben dar vergüenza.
La historia del país ha estado llena de éxitos pero también de fracasos.
Tras la independencia, tuvimos más de medio siglo de desgarramientos. La nación no acababa de definirse, tanto así, que perdió más de la mitad de su territorio original.
Tuvo que ser el autoritarismo de Porfirio Díaz el que acabó dándole -más o menos- sentido de unidad al territorio. Y tras una Revolución en la que se enfrentaron encarnizadamente entre sí personajes que la historia oficial pone juntos en el panteón de nuestros héroes, como Villa y Zapata, por un lado, y Obregón y Carranza, por el otro, surgió trabajosamente un Estado que resultó profundamente antidemocrático, autoritario y paternalista.
Se conformó un sistema político basado en el control de los aparatos de masas; en una clase empresarial cobijada por funcionarios y leyes; en una cultura del poder absoluto del Presidente.
El problema es que ese sistema se derrumbó, como lo hizo también la economía cerrada y protegida.
Nuestro drama hoy día es que en esta generación -la del No, como por allí la bautizaron- no hemos estado a la altura de los desafíos y no hemos podido construir otro edificio institucional que nos sirva en estos tiempos.
Hemos carecido de la grandeza que se requiere para formar instituciones, políticas, empresas, cultura.
Mucha fiesta del Bicentenario pero muy poca edificación del porvenir.Ojalá que no nos vayamos a encontrar pronto con la cruda realidad, tras la borrachera de nacionalismo que hemos tenido en estas fechas.
Démosle pronto la vuelta a la página. Y, sí, recuperemos la historia para aprender de ella.
Pero, sobre todo, para aprender de lo que hemos hecho mal en el pasado y en el presente, que ha sido mucho y que tanto nos ha costado.
Nuestra aspiración debiera ser llegar finalmente a la madurez de nuestra Nación, que a veces, con todo y sus 200 años a cuestas, se comporta como adolescente, siempre queriendo parecerse a los gringos o a los gachupines, avergonzándose de su sangre indígena. (Ay!, Maldición de malinche: http://www.youtube.com/watch?v=2IwRwTOXOm4 )

Perdón pero QUE HUEVA SEGUIR CON LA CANTALETA DE "LA CULPA LA TIENEN NUESTROS GOBERNANTES" Y EL "NOS GOBIERNAN MAL". Asumamos nuestra culpa como sociedad y como individuos incongruentes y oportunistas.

HE DICHO!

sábado, 4 de septiembre de 2010

"La pureza está en la mezcla..."

Así reza la letra de una canción de "Jarabe de Palo" que hace referencia a que, precisamente, al mezclar 2 o más elementos naturales, limpios se obtienen nuevos "elementos puros". El estribillo cierra aseverando que precisamente lo puro no es sino resultado de una mezcla.

Tanta verborrea prologando 3 dignísimas muestras del tema de esta entrada.

La primera, exhibiendo a una beyoncé cumbianchero-huapachosa, como cualquier microbusero la quería ver:



...sublime ver a la morena raspando suela al ritmo de "Carmen se te cayó la cadenita" en emulsión con "All de single ladies".

El segundo, nuestro tradicionalísimo mariachi interpretando una de las joyas del ya difunto Michael Jackson:


...con sabor azteca.

Y el tercero, pa fresear un poco, tomamos una pizca de "50 cent" bien azabache, un toque de "Justin Timberlake" marinado en R&B y se licúa con una medida de "Luis Miguel" cosecha noventera. El resultado amigozzz:

... y te dan unas ganas tremendas de antrear o vomitar, según el caso.

Total que, cualquiera diría que en gustos se rompen géneros y a pesar de lo ofensivo que pudiera resultar el material aquí presentado para ciertas audiencias "conocedoras" o "conservadoras", la neta es que las mezclas que nacen de la experimentación siempre resultan en cosas interesantes... lo chido es buscarles el sabor con mente abierta.

EL PILÓN:
http://www.youtube.com/watch?v=Wq5-H2FHLOc
(Ojo con la parte en que el vocalista tiene un desaguisado con el micrófono y "su sabor"... ME HIZO PASAR UN MUY BUEN RATO!)

domingo, 29 de agosto de 2010

"Father to son"

Así lleva por título el librito de bolsillo que me mandó mi mamá las pasadas vacaciones. Todavía mejor es el subtítulo "life lessons on raising a boy".
Lo lamentable del caso es que, lo que pinta como un práctico manualito sin mayores pretensiones que un "Paternidad para principiantes" llega casi 8 años tarde. Consejos tan ingénuos y profundos a la vez, tales como: "an unhappy boy is often one who is hungry or tired. Or both", o "At dinner, talk about politics, science, religion, what he did in school that day"... sabiduría ecléctica en su estado más puro.

Todavía más perturbado me sentí cuando, COINCIDENTEMENTE en los mimos días, me hacen llegar el siguiente video, que en realidad, me cimbró de pies a cabeza y me hizo revisar todos y cada uno de los cartuchos y videos en que he registrado los eventos familiares desde el nacimiento de cada uno de mis chamacos... (no olvidar hacer click sobre "CC" para habilitar el "Close Caption" en español):

http://www.youtube.com/watch?v=fUStry7lSOQ



Sí, también tuve que controlar lágrimas y escurrimientos nasales al terminar de verlo. Tratando de recomponerme y guardar cordura intenté desmenuzar el contenido de cada frase que menciona el video. No pude mas que hacer un esfuerzo de honestidad conmigo mismo y aceptar que casi todas, son frases que he escuchado o entendido en este tiempo. De hecho varias recuerdo haberlas mencionado yo mismo cuando niño y mas significado cobraron al estar ahora de este lado: sentimientos que van desde la culpa y el remordimiento (por no ser un mejor papá), la alegría y el regocijo (de poder mirarse a uno mismo en miniatura y en mejor estado andando por la vida) hasta la preocupación y desesperanza (por estar heredándoles un mundo tan descarrilado en todo sentido) y en consecuencia un agobiante sentimiento de vulnerabilidad.

Cierro la entrada con la indispensable dósis de limón en la raspada:
http://www.youtube.com/watch?v=39IttEuo_HE


Cambio y fuera.

P.D. "Quien sabe de dolor, mucho sabe" -Dante Alighieri